BOOK YOUR ACTIVITY AND
LIVE A UNIQUE EXPERIENCE
Sevilla es una ciudad que derrocha magia por cada uno de sus rincones, donde espera a ser encontrada por los visitantes. Y no hay un sitio más mágico y con más rincones en la ciudad que el Barrio de Santa Cruz. Limitando con la Catedral y siguiendo el surco que dibuja la muralla del Alcázar y los Jardines de Murillo se encuentra este punto que en la antigüedad fue la judería de Sevilla, donde se concentró la comunidad judía hasta el siglo XV. Se trata de una barriada tímida y recogida donde los callejones te invitan a perderte por los recovecos y disfrutar del remanso que ofrecen las flores y el azahar de los naranjos.
Este laberinto de estrechos callejones comienza al cruzar el Patio de Banderas, tras la Catedral, y al adentrarse en Callejón del Agua. Antiguamente en ese tramo circulaba el agua desde los Caños de Carmona hasta los jardines de los Reales Alcázares. Y aún hay reminiscencias de este pasado. La vegetación decora las paredes mientras que el agua de la fuente corre incesante dando frescura y calma al paseo. Allí, una cerámica nos recuerda la estancia que realizó el literato norteamericano Washington Irving, autor de La leyenda de Sleepy Hollow. Tras cruzar este tramo nos encontramos en la Calle Vida y si seguimos la muralla del Alcázar llegaremos a los Jardines de Murillo.
Pero es aconsejable obviar el camino establecido por la muralla y aventurarse a visitar las calles del Barrio de Santa Cruz, donde se puede contemplar la Giralda desde varios de sus callejones, como puede ser la calle Mateos Gago, donde se ubica, rodeada de casas palacios, la Parroquia de Santa Cruz. No es la única capilla en la zona ya que en la calle San José podremos visitar la Iglesia de San Nicolás, sede de la Hermandad de la Candelaria, mientras que en la calle Santa María la Blanca se encuentra la iglesia homónima, que fue construida en el siglo XVII sobre una antigua sinagoga junto al Palacio de Altamira.
Recorriendo este laberinto de flores y casas palacio, desembocaremos en varias plazas como puede ser la Plaza de Santa Cruz. Allí se encontraba en el siglo XVII una iglesia donde descansaban los restos del pintor Murillo. Fue derruida por su lamentable estado ruinoso y ahora una placa conmemorativa hace las veces de lápida.
Podemos encontrarnos también con que hemos llegado a la Plaza de Doña Elvira, un lugar de unas dimensiones no muy grandes con bancos, naranjos y una fuente central. En este rincón, perfecto para descansar, se celebraron multitud de comedias en el siglo XVII. La leyenda sevillana dice que en este lugar residía Doña Elvira, la enamorada del Don Juan Tenorio del dramaturgo Zorrilla. En la Plaza de los Refinadores podremos encontrar una escultura dedicada a este personaje literario que guarda un vínculo tan especial con el Barrio de Santa Cruz.
Si nuestro paseo por este laberinto de colores e historia nos deja exhaustos podemos recuperar fuerza en las tabernas sevillanas de la Calle Mateos Gago donde nos espera una gran variedad de locales con tapas a buen precio y gran concurrencia de comensales. Tras recuperar fuerzas podremos volver a la muralla del Alcázar y seguir su sendero bajo un manto de vegetación. Desembocaremos en los Jardines de Murillo donde podremos dejar atrás al Barrio de Santa Cruz y seguir enriqueciéndonos de la vegetación y la historia tan hermosa que nos ofrece Sevilla.
El Barrio de Santa Cruz es, por tanto, un rincón escondido de Sevilla, repleto de callejones, sombras, flores e historias que contar. Multitud de detalles se mostrarán ante nosotros mientras recorremos sus callejuelas. Para no perdernos cada referencia es aconsejable perderse por este barrio en la compañía de un guía que sepa desgranar toda la magia que la antigua judería sevillana encierra entre sus calles.